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Bando Carnaval 2004

Jesús Martín y Rodríguez Caro

ALCALDE DE ESTA MUY HEROICA CIUDAD DE VALDEPEÑAS,

a cuantos esto leyeran y entendieran,

Hace saber

Los tres días que preceden al miércoles de ceniza y que median entre éste y la Epifanía, son días de divertir la voluntad, cuando no el entendimiento, según la natural inclinación de cada uno, en fiesta tan señera como es el carnaval.

Nos cuenta la historia que torpes tiempos y regidores hubo, que prohibieron la fiesta, aunque con pocos resultados. Lo que viene a demostrarnos, que en ocasiones, la desobediencia, nace indultada.

Por cuya razón el Alcalde, viene a saludar estas fiestas y a cuantos de ella formen parte, con el regocijo y mesura que todo hombre de gobierno debe. Y cree en extremo conveniente hacer llegar las siguientes consideraciones, con espíritu humilde de que sean corregidas, por los moradores de esta heroica Ciudad.

Es esta una fiesta por costumbre inmemorial que invita a espectáculos públicos con entusiasmo, regocijo y desmesura. Tanto es así, que a veces, tuércele a la razón el ánimo y lo que es fiesta se torna en estruendo, intencionado golpe, cuya víctima, es todo elemento ornamental de esta noble ciudad, ya sea ésta papelera a estreno o farola antigua. Dejando la ciudad fea, triste y sucia. Adviértase también que no son los rincones, arriates, monumentos ni bancos, lugares donde hacer con decoro aguas menores, y que la juventud que tantas cosas disculpa, no puede disculpar el afeamiento de la ciudad y la regocijada holganza. Cuando no la falta de holgura de nuestras calles que unido al agavillamiento de los jóvenes irritan hasta el desasosiego al conductor y éste, en vez de acudir a la paciencia y el verbo, sirviéndose del mucho desarreglo de sus nervios llama gentuza al noble pueblo. Cuando no, hace estentóreo uso de eso que se llama claxon convirtiendo la advertencia en molestia y provocación deplorable.

Aumentase a los incívicos males dichos, que la mascara invita a ridiculizar valores, y así, olvida que la mujer no es varón menguado. Que beber sin tiento es errar el trago. Bailar sin medida, agujetear al cuerpo. Hacer burla en demasía, ofender al buen gusto y mejor tacto. Romper el decoro público es hacer gala de soberbia sin motivo. Y así hasta una confundida retahíla de motivos que haría impaciente al bando.

Confío pues, y recomiendo a los vecinos, que anden muy sobre sí, cuidadosos de la nombradía y prestigio de la heroica Ciudad por ser ésta “Adelantada en su Amor a España, Casa Grande de Europa, Campo de Paz y Tierra de Ventura”. Sea.

Jesús Martín y Rodríguez-Caro

Dado en Valdepeñas,

a dieciocho de febrero, del año de nuestro Señor, de 2004.

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