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Saluda del Alcalde
Corresponde a la cortesía que siempre obliga, y no digamos a un Alcalde en el presente brete, saludar a todos y muy puntualmente a aquellos que nos visitan. Por cuanto, situados geográficamente desde donde EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA conquistó la imaginación del mundo, exiguo sería yo sino lo hiciera con imaginación.
Si somos imaginación, somos Valdepeñas, y malamente dejaríamos de ser castellanosmanchegos. La grandeza de Cervantes no estuvo en escribir una novela, sino en hacer que la escriba el lector. Porque quién leyendo tamañas aventuras no les dio forma. Esta indómita realidad solo puede ser construida por hombres libres de una tierra libre como es Castilla-La Mancha, cuyas fronteras son tan inabarcables como sus horizontes. Alguien con más entendimiento que yo, académico de la Lengua e Hijo Predilecto de este Valle de Peñas, ya escribió que: “Uno sale de Castilla-La Mancha para meterse en el cuchitril de mundo.”
A los de casa obvio saludarles. Son los de casa los que les saludamos a ustedes. Porque hoy, cuando las costuras del mundo dejan tan estrechas las sisas de algunos, vengo yo, como Alcalde, a proclamar que hay en este pueblo mucha tela para cortar.
A todos, en definitiva, qué puedo decirles de este mi pueblo y hoy el de todos, si de puro antiguo ni la historia nos data. Tiene VALDEPEÑAS en su nombre y en su cuna, Dios sabe quién la meció, un arcano universal que se llama VINO. Y aunque sean éstos malos tiempos para la lírica, tiene mi pueblo algo de consagración… porque si el Hijo de Dios tuvo a capricho hacer del agua vino y del vino su sangre, digo yo que algún conjuro debió quedársele entre nosotros cuyas venas se riegan con el caldo de su nombre.
Tiene mi pueblo blasones, hijos ilustres, batallas de gloria, memoria de sueños -algunos rotos- y mucha resignación. Justo desde aquí, hace cuatrocientos años salió camino de Roma, el fraile que hizo en VALDEPEÑAS la Reforma de la Trinidad Descalza, cosa importante ésta, pues fueron los Trinitarios quienes pagaron el rescate de Cervantes para desterrarlo de su cárcel en Argel y que el ilustre escritor encontrara mejores aposentos.
Y tiene también mi pueblo, como tantos otros, un escudo que se jalona de ciudad, una iglesia, un parque arqueológico, una plaza, un museo, un cura, un maestro, un médico, un alguacil…y un agricultor, claro; pero no por ello es más pueblo ni ciudad que otros, porque nuestra historia es la de Castilla-La Mancha y la de España a la que le prestamos buenos servicios y mejores alcabalas (con ellas el Rey Ilustrado construyó las Puertas de Alcalá y Toledo); y es la historia de Europa la buena, porque fue aquí donde le torcimos el tacón a las botas de Napoleón, dejándole expedito el paso al General Castaños. Y la de Hispano América, aquí nació y de aquí partió quien habría de ser Abad de Jamaica y Obispo de Puerto Rico, y para más señas, el autor del poema épico más extenso de la legua castellana, cinco mil octavas reales -que no son pocas octavas-. Y como ven nos les cito sus nombres, porque si lo hiciera los haríamos solo nuestros, y los valdepeñeros/as sabemos que la historia, como el amor, -cuando es buena- no puede ser privatizada.
Por lo dicho. No están ustedes en un sitio singular, están en uno particular, el suyo, el mío, el de todos. Y en nombre de mi pueblo les devuelvo la cortesía con las palabras de un rey que proclamó que era VALDEPEÑAS: “Casa Grande de Europa, Campo de Paz y Tierra de Ventura”.
Sed bienvenidos.
Jesús Martín Rodríguez
ALCALDE-PRESIDENTE DE VALDEPEÑAS