Miembros de la Corporación Municipal

Sr. Vicepresidente del Gobierno de CLM.

Sr. Presidente de la Diputación.

Diputados, Alcaldes y Corporativos de la Provincia de C.R. que hoy nos acompañáis.

Sras. Y Sres. Amigos, hijos todos de la provincia de Ciudad Real:

        Para un Alcalde a estreno, como es mi caso, representa éste acto una oportunidad para estrenarse, gracias a la deferencia que ha tenido la Diputación Provincial al escoger a Valdepeñas como sede para celebrar el DÍA DE LA PROVINCIA en éste, que es mi pueblo y ,hoy, el de todos.

Ciudad Real cobra, gracias a este tipo de iniciativas, el carácter del que siempre dicen que hemos adolecido, el de la identidad.

Para aquellos que han hecho de la historia un agravio comparativo, superponiendo su egoísmo y carencias a la solidaridad del conjunto del país, quisiera decirles que Castilla-La Mancha y Ciudad Real es también el País Vasco y Cataluña, y que además, somos de Cuenca.

Recordaba mientras escribía este discurso un dialogo de la película Lawrence de Arabia; en ella un periodista americano, con intencionada ironía, preguntaba al Príncipe Faysal: -“¿Son ustedes un pueblo bárbaro?”-, y el príncipe, sin ironía, le respondía: -“Le podrá parecer, pero no olvide que mi pueblo ya tenía luz eléctrica en las calles de Córdoba cuando ustedes aún andaban en taparrabos”-.

Bien creo yo, que hay ahora mucho periodista estadounidense en esta España que afortunadamente nos hemos dado. Pero no es mi intención hacer aquí un discurso de confrontación con otros pueblos a los que reconozco,  sino de reflexión.

La provincia de Ciudad Real está habitada desde los tiempos de los Oretanos, y buena prueba de ello es el Yacimiento Íbero del Cerro de las Cabezas, s. VI – III a.C., (que ya ha llovido) y testifica, impasible, el paso del tiempo desde la propia VALDEPEÑAS. Los historiadores romanos, posteriormente, citan localidades como Sisapo (Almadén), Alces (Alcázar de San Juan), Lacurris o Alarcos, Laminium (Daimiel?) y sobre todo Oreto, cabeza de aquella región, erigida el 330 en diócesis y cuyos obispos asistieron a los Concilios Toledanos.

Zona de paso entre Castilla y Andalucía, Ciudad Real fue escenario de valor estratégico. Se refleja en las luchas civiles entre los musulmanes, que aquí dirimieron sus rivalidades hasta que en 1147 fue conquistada por Alfonso VII el Emperador. La ofensiva almohade se centra sobre Calatrava, liberada en 1158 por los cistercienses fray Raimundo de Fitero y fray Diego Velásquez. Sancho III el Deseado les hizo donación de la misma, siendo éste el origen de la Orden religioso-militar de Calatrava, que unida en su codicia territorial con la orden de Santiago, estrangularon los caminos que conducían a Granada, motivo por el cual Dña. Berenguela, Regente de Castilla, agrupó aldeas en una zona, también de paso, que hoy se llama VALDEPEÑAS, o Valle de Peñas, o Luparia romana. La fecha se la discuten las especulaciones, y es que ése es el problema de tener historia. Que uno no sabe de cuándo parte.

  Hasta el desquite de las Navas de Tolosa en 1212, que permitió a los maestres de Calatrava construir su nuevo castillo-convento, no se fijan las fronteras de los reinos cristianos.

      Alfonso X el Sabio fundó Villa-Real en 1255 sobre el Pozuelo de Don Gil, como dique del Rey frente a las miras ambiciosas de los Calatravos. El castillo de Montiel, hoy ruina, fue el 23 marzo de 1369 escenario del fratricidio-regicidio que ocasionó la muerte de Pedro I el Cruel y dio origen al advenimiento de la dinastía bastarda de los Trastámara con Enrique II el de las Mercedes.

  Aquí fundaron los Reyes Católicos en 1494 la «Chancillería» o Audiencia, análoga a la establecida en Valladolid, con la cual compartía la administración de justicia en los territorios castellanos. Su traslado a Granada en 1505 motivó la decadencia de nuestra capital y nuestro territorio. Su aportación a la Hispanidad se sintetiza en tres figuras: el poeta Bernardo de Balbuena, natural de VALDEPEÑAS, abad de Jamaica, obispo de Puerto Rico y autor del Bernardo o Victoria de Roncesvalles, obra del barroco literario del que ha nacido la nueva literatura hispanoamericana. El almirante García Jofre de Loaysa, que dirigió la segunda expedición al Maluco y murió en la travesía del Pacífico; Diego de Almagro, conquistador del Perú y descubridor de Chile, en donde siglos después nació un sátrapa de nombre Pinochet, al que la hipocresía de los Estados modernos han salvado de una justicia, que creé más en la demencia que en los crímenes dementes que él cometió.

Otros hijos ilustres son Hernán Pérez del Pulgar el de las Hazañas, capitán ciudarrealeño que destaca en la guerra de Granada; Santo Tomás de Villanueva, nacido en Fuenllana, fue arzobispo de Valencia; y S. Juan de Ávila, nacido en Almodóvar del Campo, autor del Audi, filia y del Epistolario, y patrono del clero secular español.

Por razones obvias he de señalar aquí de forma muy particular a San Juan Bautista de la Concepción (nacido en Almodóvar del Campo, en 1561), fundador de la reforma Trinitaria, que hizo desde aquí. Justo desde aquí, porque donde hoy se asienta este auditorio, se asentaba el que fue primer convento de la Orden en VALDEPEÑAS por el mecenazgo del Marqués de Santa Cruz que tuvo la feliz idea de comprar la entonces villa de VALDEPEÑAS a Felipe II. Eran tiempos lamentables en los que los pueblos tenían precio, hoy, desgraciadamente, para vergüenza de la clase apolítica, son los hombres lamentables los que se venden sin importarles sus pueblos.

       Los moriscos de La Mancha fueron los últimos en salir de España, que junto a los judíos, ha sido el peor negocio que ha hecho este país, verbigracia de una señora que quieren subir a los Altares.

La política de colonización de Carlos III tuvo su eco en la fundación de dos pueblos: San Carlos del Valle y Villanueva de San Carlos. Almagro, cabeza del Campo de Calatrava, disputó a Ciudad Real la capitalidad de la provincia, confirmada a favor de ésta por Carlos III en 1761. En la guerra de la Independencia, VALDEPEÑAS, todos somos sabedores de este capítulo de nuestra historia, se destacó en la jornada heroica del 6 junio de 1808, preludio de la victoria de Bailén.

Durante la guerra Carlista, fue notoria la personalidad del general Baldomero Espartero, hijo de un modesto carretero de Granátula de Calatrava. Que además no quiso ser Rey de España.

Episodio destacado del s. XIX fue el llamado «Manifiesto de Manzanares», firmado en la ciudad el 7 julio de 1854; lo redactó Cánovas, lo suscribió O’Donnell y dio lugar a una de las frecuentes crisis decimonónicas.

Y no es éste escenario cualquiera sobre el que edificar en el día de hoy la jornada que nos recuerda que ciudadrealeños somos todos y que juntos debemos caminar en pos de un desarrollo económico y social prometedor.

Es esta provincia muy dispuesta para cambiar de parecer en la centuria pasada. Tuvo tres capitales, si hablamos desde el punto de vista demográfico. VALDEPEÑAS fue la primera de ellas. Tal y como reflejan los datos estadísticos de población, nuestra ciudad ocupó el puesto de ciudad más poblada de la provincia desde 1900 hasta la década de 1940, en la que llegamos a alcanzar los 30.400 habitantes. Entonces, ya la diferencia sobre nuestros homólogos como Tomelloso, Puertollano, Alcázar de San Juan, o la propia capital actual se acortaban.

        Pero quizás lo más importante no sea que hayamos tenido una historia, sino la que se nos avecina otra que debemos construir juntos, sin recurrir a un pasado basado en la leyenda. De ello pueden dar buena fe nuestros vecinos los manzanareños.

El capítulo de Ciudad Real está aún por escribir, aunque hayamos sido protagonistas de grandes hechos. El futuro es ya hoy. Y creedme, todos y cada uno de nosotros, somos necesarios para hacer de Ciudad Real el sitio que todos queremos, en donde nuestros hijos no tengan un futuro sempiterno. Que nunca más tengamos que ser el cuerpo de alabarderos para cotizar a la baja nuestra mano de obra barata.

Digo esto, para que si es posible, nadie eche cuentas en la mesa de la historia, de referentes diferenciales para sacar más. Porque si de referentes se trata, aquí están los nuestros. Y uno mas grave que aún no hemos escrito. ¿Quién le va a pagar a estas tierras las lágrimas de los que se quedaron viendo emigrar la rota granada del corazón?, ¿Cómo se cobra o se paga eso?

No. No ha sido éste un discurso seudo-histórico-abreviado, o no sólo eso. El futuro de esta provincia, y por mor de los pueblos que la componen, pasan como en el resto de otros territorios del país, por sus autogobiernos municipales.

Creo hablar en nombre de todos los alcaldes que lo son. Hoy se reúnen aquí, representantes del Gobierno Nacional, del Gobierno Regional y de la Diputación. A todos ellos les pido generosidad para desprenderse de autonomía económica.

Los status socioeconómicos del Mundo Global en el que nos vemos inmersos, pasan por políticas de colaboración y no de intervención, pero, desgraciadamente, algunos organismos son demasiado grandes para acercarse al detalle de cada uno de nosotros y, desgraciadamente, los Ayuntamientos continúan siendo demasiado pequeños para maniobrar por sí mismos. Algo que, necesariamente, tendrá que cambiar en los próximos años. No se puede gobernar desde la caridad, cuando no desde la arbitrariedad de los otros (que de todo hay en la viña del Señor). Se ha de gobernar desde la autonomía de lo propio.

Superado el maniqueísmo del capitalismo estrangulador y del comunismo anquilosado, las estructuras de poder, de autogobierno, han de pasar ineludiblemente por la adecuación de las bases de los sistemas municipales y su acomodo a las exigencias que marcan los nuevos tiempos, porque, créanme, con el actual sistema de financiación y reparto de competencias de las entidades municipales, la realidad nos llega por arriba y se nos escapa por abajo.

        La actual coyuntura hace indispensable que los modelos políticos no pasen por un decálogo de catecismo, sino por la capacidad de gestión. Pero esta gestión nos tiene que llegar con el compromiso de una solidaridad compartida, donde los gobiernos de mayor entidad sean cómplices de los desarrollos estructurales de los sistemas de gestión de base. Al mismo tiempo, aquellos deberán actuar como notarios que solidifiquen las capas sociales más desfavorecidas, y les sirvan de impulso para alcanzar el objetivo de la homogeneización democrática del reparto de nuestras riquezas.

Dicho queda, y espero que entendido, muchas gracias por estar en VALDEPEÑAS, por permitir estrenarse a este Alcalde, por delegar en él la palabra de otros tantos, y feliz Día de la Provincia a todos los ciudadrealeños y, en especial, a quienes visitan VALDEPEÑAS durante la celebración de la cincuenta edición de las Fiestas del Vino de nuestra ciudad, que nació gracias a que todos los pueblos de la Mancha quisieron tener la generosidad de nombrarla Capital del Vino.

        Con él levanto mi copa y por todos brindo.

        Gracias.