Señor Presidente de Castilla-La Mancha,

Señor Delegado del Gobierno del Reino de España,

Señor Consejero de Urbanismo y vivienda,

Miembros de la Corporación,

Señoras y Señores Funcionarios,

Señoras y señores,

Valdepeñeros y amigos todos.

Señor presidente bienvenido una vez más a su pueblo y a su casa.

Señoras y señores, hace muchos años, aunque no tantos para mi memoria, un buen alcalde de este pueblo le confesó al entonces conspicuo brujo de la tribu periodística, hoy también alcalde, un sueño. Soñó aquel alcalde poner en valor el único edificio de Valdepeñas que está catalogado como Patrimonio Nacional. Soñó desterrar de las sombras de un callejón, la cara norte de nuestra Iglesia de la Asunción.

De aquel alcalde a éste han pasado dieciséis años y de aquellas sombras de callejón a esta luz de plaza, mil. Así de paciente son las cosas cuando la historia las dicta.

Hace cuatro años mi gobierno soñó para su pueblo una ciudad con espacios públicos para vivir y soñó, para sus administrados, una mejor administración pública. Para lo primero necesito suerte, dinero y un empresario. Para lo segundo, sólo dinero.

Agradezco, aquí y ahora, públicamente, al Sr. Badillo  dos cosas: que haya colaborado con esta administración en la ejecución del proyecto y que a su edificio lo bautizara con el nombre de Esteban López  Vega, que fue el alcalde que soñó la plaza que hoy abrimos.

Agradezco a Juan Alcaide que haya dejado en la memoria de mi pueblo una voz de referencia en la poesía española, y por eso lo hemos colocado junto a la pizarra de su testamento y, frente al pupitre de sus versos.

Agradezco al Sr. Consejero de Urbanismo y Vivienda que fuera sensible en la aportación económica de su Consejería para que los Valdepeñeros, además de espacio, tuviéramos versos. Y al escultor Lillo Galiani que le ha dado materia al alma.

Y ahora, aquí, en este nuevo Ayuntamiento, agradezco al Señor Interventor, al Señor Secretario y al Señor Arquitecto municipal que me dieran su confianza  y el informe económico  favorable que necesitaba para poder comprar este edificio (cuando las arcas del Ayuntamiento estaban en los temerario números rojos del banco), gracias al cual hemos recuperado para nuestros hijos parte del patrimonio civil de Valdepeñas.

Agradezco a la Sra. Consejera de Administraciones Públicas, la aportación que su Consejería ha dado a este proyecto por el que se crea el edificio administrativo del Consistorio desde donde se hará realidad la ventanilla única, para que en valdepeñas se mueva el papel y no el ciudadano.

Agradezco en definitiva, Sr. Presidente, a su gobierno, la generosidad con la que ha tratado a Valdepeñas.

Sr. Presidente (usted ha de saberlo), señoras y señores (quizás ustedes no), cuando un Gobierno o un político  alcanza a contemplar materializado el objetivo de un gran proyecto, les queda a sus protagonistas la desolación de la lágrima. Es, si se me permite la metáfora, la sórdida paz sonora que queda después de la tormenta. Así me siento yo hoy.

Fue Borges quien sentenció: “Presuman otros de los libros que les han sido dados a escribir, presumo yo de los que me han sido dados a leer”. Como Borges, mi gobierno y yo, presumimos de haber leído este sueño.

Usted señor Presidente, junto a todos, ha bajado por la calle Real, ha paseado por la nueva Plaza de España, ha contemplado la belleza de nuestro patrimonio tímidamente oculto mil años. Pero mi gobierno y yo, lo veremos mañana, hoy hemos sentido la paz sonora que mece el recuerdo de la tormenta.

Termino. A los que nos creyeron, a los que nos ayudaron, a todos los que han hecho posible este sueño, gracias. Mereció la pena llegar hasta aquí, porque ha sido como la última pagina del libro: “lo que queda después de la batalla”.

Muchas gracias.