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Discurso Fiestas del Vino 2006

Excmo. Sr. Presidente de Castilla – La Mancha.

Excmo. Sr. Embajador de los Estados Unidos de América.

Excmo. Sr. Delegado del Gobierno del Reino de España, en Castilla La Mancha.

Sr. Presidente del C.R.D.O. Vino de Valdepeñas.

Autoridades.

Sras. y Sres., Valdepeñeras y valdepeñeros, hoy todos.

        Es la historia de un político aquella que marca el tiempo, no de una legislatura en el caso que nos ocupa, pues no vine a legislar, pero sí de su mandato. Esto es, el tiempo que un pueblo deposita como fianza a algunos de sus hijos e hijas para gobernar su destino. Y es el destino de nuestras Fiestas del Vino, datar cada cuatro años a los alcaldes de Valdepeñas y sus concejales.

        Han pasado cuatro años desde aquel otro septiembre cuando por primera vez, desde este mismo escenario y este mismo atril tan vilipendiado (no por todos), me dirigía en nombre de mi gobierno al pueblo que nos depositó su confianza. Si veinte años no son nada para el tango, qué han de ser cuatro para un pueblo. Nada.

        Nada. Salvo que hace cuatro años teníamos una Plaza de España y ahora tenemos dos (plazas, que no Españas), un Ayuntamiento (en obras), que en obras sigue, pero hemos hecho otro nuevo. Un parking, que lo hemos hecho dos. Un Hospital que ahora se está haciendo dos en uno, un Centro de Salud, que también son ahora dos. Como dos serán en breve los Centros para Mayores, porque el sur también existe. Un Paseo, el de la Estación, que son ahora tres (paseos, que no estaciones), ¿o serán cuatro antes de acabar el año cuando terminemos de cubrir la parte de canal que está en obras?. Dos Pabellones Polideportivos y un Complejo (polideportivo, claro, el complejo) y ahora tendremos tres y dos, Polideportivos y Complejos.  No teníamos Centro de Educación Especial, ni tampoco Ocupacional, ni de Atención Primaria para Discapacitados Psíquicos, ni de Alzheimer, ni de Día para los Enfermos Mentales, ni ITV, ni Hotel de 4 estrellas, ni Clínica de Resonancia Magnética… pero ahora los tenemos. Teníamos eso sí, que esperar a que pasara el tren cuando salíamos, por la única salida que había hacia Ciudad Real, y cruzar la vía a riesgo de las vidas que costó durante los últimos 150 años y ahora tenemos un paso subterráneo, feo de grande, y dos más que vamos hacer en el puente El Hierro. Teníamos también un Vertedero. No, dos, uno de materia orgánica y otro de neumáticos, ahora no tenemos ninguno…  ¿sigo? No.

No necesito decir que es este un pueblo que en los últimos cuatro años ha crecido demográficamente al mismo ritmo que la capital de España. O que ha invertido cada día, incluidos sábados y domingos, una medía de 180.000 € en obras publicas. No necesito decirlo, pero lo digo, no fuera el caso que a alguien se le olvidara que la Puerta del Vino, por ejemplo, el Parque Empresarial Entrecaminos, por ejemplo, la nueva plaza y la nueva fuente del barrio de Los Llanos, por ejemplo y algunos muchos otros ejemplos más, no estaban ayer.

¿Sigo? No. De verdad que no, porque Valdepeñas sabe lo que tenía hace cuatro años, porque se lo trabajó. Y lo que tiene ahora porque se lo ha trabajado. Y ya nos tocaba. Nos tocaba recuperar ser cabecera de comarca para no fallarle a nuestros hijos, porque a nosotros no nos fallaron nuestros padres. Por haberme hecho partícipe de la empresa, yo que hijos no tengo, a todos los valdepeñeros y valdepeñeras, de corazón, gracias.

Gracias a D. José María Barreda, Presidente de Castilla La –  Mancha, por haber ayudado a este alcalde a hacer de su pueblo un pueblo mejor. Es cierto, querido Presidente que no me diste todo lo que te pedí, pero más cierto es que me concediste más de lo que esperaba. Entre lo que no esperaba, fue la generosidad de celebrar en Valdepeñas el Día de nuestra Comunidad con motivo del cuarto Centenario del Quijote, al que hace 48 horas hemos homenajeado con una escultura de Venancio Blanco que JuanEduardo y María Ramírez López, le han regalado al pueblo de Valdepeñas en memoria de su hermano.

Gracias al Excmo. Sr. D. Eduardo Aguirre, Embajador de los Estados Unidos de América, por compartir con nosotros esta tarde grande. Sr. Embajador, es este alcalde hijo de una generación a la que le estorbaban las Bases Americanas, por qué no confesarlo, y le molestan algunas políticas de los Estados Unidos, por qué no confesarlo también. Pero sobre todo, soy de una generación que venera a los Estados Unidos por su impecable trayectoria democrática, así es que, a pesar de todo, lo que oiga usted por ahí, que no oirá poco, sepa que en España tiene su pueblo y usted a un amigo. Se lo dice un alcalde, que en España (que sigue siendo una), somos los que más sabemos y posiblemente los que más mandamos.

Solamente hay una cosa que llevo mal de los Estados Unidos, Sr. Embajador, y es que beba más Coca-cola que vino de Valdepeñas. Pero para arreglar eso es para lo que le hemos invitado. Para bailar el chotis hacen falta dos, y yo espero que por cada Coca-cola que bebamos los españoles, los americanos beban una botella de vino. De vino Valdepeñas, claro, o tinto, como más les guste. Las cuentas, si le parece, las echamos el año que viene.

Y cuando le pregunten qué es eso de Valdepeñas, diga usted que es ésta una Ciudad que ha hecho historia con el tiempo, con el vino y con sus visitantes. Porque los que ayer la hicieron y hoy se la presentamos, un día vinieron de algún lado y se encandilaron con su tierra y con su luz. Y el vino, arcano del Evangelio, nos ha enseñado en su universalidad, que las fronteras son rayas de vanidad humana que la imaginación del horizonte eclipsa en su libertad. Por eso, Sr. Embajador, sepa usted y dígalo que, cuando un americano esté en Valdepeñas, no vendrá de ningún sitio, estará en su casa y en la medida que la hagan suya nos estarán haciendo mejores.

Quiero dar también las gracias a Charo López, no por ser mi amiga, que también, y no por aceptar venir a pregonar su pueblo. Esto, Charo, ponlo a cuenta de que los valdepeñeros y Gregorio Prieto hayamos conservado la casa de tus abuelos para que tú la hayas conocido 100 años después. Quiero darte las gracias porque lo único que me pediste para dar el pregón es que te invitara a comer. Lo hago público para justificar mis gastos de representación y el Gin-tonic que nos bebimos. Y como me indicaste, tus honorarios los haremos llegar al nuevo Centro Ocupacional. En nombre de los niños, mi gratitud por tu generosidad, y mi admiración por tu trayectoria.

Sra. Lorena Berdún, Vendimiadora valdepeñera 2006, que lastima haberla conocido tan tarde, con la falta que me hizo a mi una sexóloga en su momento. Pero más vale tarde que nunca y aunque creo que en sexo, con x y sin ella, los valdepeñeros y valdepeñeras nos apañamos bien, no estaría de más que haciendo honor al nombramiento que hoy le hace el Consejo Regulador, recomiende usted como afrodisíaco el vino de Valdepeñas, entre otras cosas, porque es verdad, y si en exceso puede distraer, como amante es el mejor para el final.

Y ahora con permiso de los invitados y la Presidencia, permítanme que hable de los míos.

He de recordar aquí, y lo hago, a mi llorado Ignacio Morales Nieva. Archimandrita, teólogo, Hijo Predilecto de Valdepeñas, amigo y compositor que, expulsado por una dictadura, recaló en Puerto Rico donde comparte tierra con Bernardo de Balbuena. Para cruzar el Averno, Bernardo no es mal compañero, pero es angustioso pensar que cincuenta años y un océano no fueron suficientes para cicatrizar el zarpazo que la sin razón le asestó. Allí donde estés (que tiene que ser el cielo), quiero Ignacio que recojas esta Medalla de las Bellas Artes “Gregorio Prieto” que a título póstumo te da tu pueblo. La distancia que va de la memoria al olvido la suplirá sempiternamente la armonía de tus notas musicales y el legado que generosamente dejaste al conservatorio que lleva tu nombre.

También a título póstumo, porque el tiempo nos ganó su última carrera, entregamos hoy la Medalla del Deporte “Caridad Ortega” a D. Federico García Toledo. La muerte tiene su ironía, macabra en algunos casos, y quien fue atleta de medio fondo, quien con sus piernas supo ganarle tiempos al minutero de 1.000, 1.500 y 3.000 metros, pereció por capricho de las tres Parcas, a los 24 años. Hoy están aquí sus padres, testigos de que lo único imperecedero es la memoria. Yo sé de su dolor, lo sé porque soy hijo de una madre que también enterró a una hija. Y porque lo sé, sé que no hay consuelo para la ausencia, pero también sé que nadie muere mientras se le recuerde, por eso hoy le recordamos aquí y lo incorporamos a la historia de nuestro pueblo.

Que Federico García Toledo e Ignacio Morales Nieva, descansen en Paz.

Voy terminando (que es lo que suele decir un político cuando no piensa hacerlo), pero he de detenerme en Agustín y Tomás de la Rosa Jiménez. Pío del Coso para la industria y herreros de los de calzar herraduras y aguzar rejas cuando un niño, hijo del Cajero, lo llevaba su padre a la fragua de la salida de Infantes. No fue ayer, pero ese niño era yo. Mi primera fragua no me la enseñó Vulcano, ni la primera paleta crematística la aprendí con Velázquez, me la enseñaron Agustín y Tomás, era yo un niño que en aquella fragua fijó en su retina, el negro, negro del carbón, con el rojo, rojo del hierro candente, y el amarillo, amarillo de la llama, con un fondo blanco de cal blanca. Podían haberse quedado ahí, en la fragua, y haber perecido con el progreso que todo lo avasalla. Pero supieron poner en pie una empresa que es hoy referencia, por eso le damos la Medalla al Mérito Artesanal.

Y como al que cuece y amasa de todo le pasa, qué de cosas no le habrán pasado a D. Agustín Doménech Muñoz. Hoy nadie come pan, y si se cae tampoco lo besa, porque olvida que es de Dios. Pero hubo un tiempo que sin pan no se comía. Es más, la comida era el pan. Y para quien nos ha dado tanto de comer, a veces hasta fiao, doy palabra de ello, que menos que hacerlo Hijo Adoptivo, predilecto no podemos porque no es Valdepeñero… ¿o sí?. Pues va a ser que sí.

Y ahora sí termino, dándoos las gracias a cuantos este discurso habéis seguido, y en general a cuantos valdepeñeros confiasteis en mi Gobierno para no parar. Confío en no haberos fallado ahora que es éste el último septiembre del aval que me disteis y recuerdo con afecto a un joven valdepeñero, que en los momentos más tormentosos de la gresca política local, se me acercó en un bar y me dijo: “Alcalde cuanto más te odian los que te odian, más te queremos los que te queremos”. Le agradezco hoy aquí el cumplido porque llegó en un momento puntual en el que necesitaba saber que no me estaba equivocando. Pero hoy, también aquí, desde este escenario le rectifico su cumplido. En estos cuatro años he percibido, y mucho, a cuantos me han dado su afecto, pero nunca percibí que nadie me odiara, porque quien supuestamente no me quiso, me respetó, y eso para un político es todo. Para un hombre, una lección de vida que me ha enseñado  a ser más humilde y creo que mejor persona. Gracias.

Por Valdepeñas, valdepeñeros y valdepeñeras, gritad conmigo,

¡¡ Viva Valdepeñas !!

Gracias.

VALDEPEÑAS, 3 de septiembre, de 2006

Jesús Martín y Rodríguez-Caro

ALCALDE PRESIENTE DE VALDEPEÑAS

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