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Discurso Fiestas del Vino 2007

Excmo. Sr. Embajador de Hungría

 

Excmo. Sr. Delegado del Gobierno del Reino de España, en Castilla La Mancha.

Excma. Sra. Consejera de Turismo y Artesanía de Castilla La Mancha

 

Sr. Presidente del C.R.D.O. Vino de Valdepeñas.

Autoridades e invitados,

Sras. y Sres., Valdepeñeras y Valdepeñeros, todos hoy.

Como en la celebrada frase de aquel sabio del humanismo cristiano, bien podría yo empezar diciendo “Como decía ayer…”, porque en realidad, aunque no fue ayer, ayer fue cuando de nuevo obtuve vuestra confianza para regir los destinos de nuestro pueblo durante los próximos cuatro años. He de creer que, hace cuatro años, no fue ayer. Si lo me creyera, hoy no me sintiera a estreno, porque me habría hecho viejo en el cargo, o lo que es peor, confiado, y os recomiendo qué cuando esto ocurra me lo quitéis. Por que fue ayer, y así lo siento, que menos que empezar diciéndoos, gracias. Confió en que si en este tiempo os decepciono, al menos, no traicione la responsabilidad con la que me habéis investido. Gracias, gracias, de corazón, gracias.

        Por sentirme a estreno pocas novedades puedo contaros. Llevo tres meses en el cargo. Sólo me ha dado tiempo a pagar las facturas que me dejó el anterior alcalde, que como sabéis, también se llamaba Jesús. Porque este Ayuntamiento, con este gobierno, paga a noventa días (más o menos).

        En reiteradas ocasiones he gustado de decir que soy un político que ni avanza promesas, hasta que no están ejecutadas, ni pone primeras piedras, por riesgo a que se queden  en piedras sobre las que no se edifiquen iglesias. Por lo tanto entenderéis que sólo me felicite de lo que dejó a medias el gobierno anterior y que éste terminará en el presente año.

En este 2007 hemos de terminar y entregar a la comunidad Gitana su merecido Centro Social, hemos de dejar expedita la nueva Plaza pública para recreo de los vecinos en general y del barrio de Los Llanos en particular, hemos de terminar el tramo de Canal ahora en obras y elevar el primero de los cinco puentes que, en cada tormenta, sortean la incertidumbre de la tragedia. Hemos de pasear por el nuevo Parque de la Virgen de la Cabeza y por la nueva Plaza pública de la Avda. 1º de Julio. Hemos de poder salir y entrar a Valdepeñas por el Puente del Hierro y la calle Torrecillas, sin pedirle permiso al tren. Después de tres años, para este nuevo curso escolar, ponemos a disposición de Valdepeñas y su comarca, el Centro de Educación Especial, estrenaremos acústica y sala en el Teatro Auditorio Municipal. Y sobre todo, hemos de dar la talla para celebrar el VII Campeonato del mundo de Pelota, ahora que disponemos de un nuevo Pabellón Polideportivo, que nos ha salido gratis. De todo lo que hemos de hacer de aquí a cuatro años ya os lo iré contando cada septiembre.

Sí os puedo avanzar, aunque no lo veáis tangiblemente, que en estos días, hemos conseguido consolidar el futuro de nuestros nietos.

Un pueblo sin agua, es un pueblo sin futuro. Sin agua no hay industrias, sin agua no hay casas, sin agua no hay vida, y en Castilla-La Mancha nadie tiene la suficiente (agua, vida sí). Los árabes (a quienes les debemos no poco refinamiento), ya lo sabían, por eso nos bautizaron con el nombre de “La Mancha”: Al-Manxa; tierra sin agua. Pero el tiempo, y la abnegada voluntad de un hombre que se llamó Esteban López Vega, hicieron que nos olvidáramos que vivimos en una tierra sin agua. Un día, un Pantano, el de Fresneda, hizo que abriéramos el grifo y tuviéramos agua. Se nos olvidó, yo aún me acuerdo, cuando llenábamos los barreños y las bañeras (el que la tuviera, que no todos la tenían), durante dos horas al día una vez a la semana… Y han pasado veinticinco años, un cuarto de siglo. Y hemos crecido en industria y en población. Tanto, que hemos pasado de consumir tres millones de litros diarios a una media de siete (millones de litros de agua al día), y el Pantano no es de goma y aunque lo fuera, no tiene capacidad para almacenar más de 13 hectómetros cúbicos. Esto es, agua para cinco años, justo los que llevamos sin que llueva.

No quiero enfadarme con nadie, de verdad que no lo hago, pero con el agua que hemos malgastado para rellenar piscinas entre el uno de mayo y el quince de agosto de hogaño, habríamos tenido agua para abastecer a Valdepeñas durante más de dos meses. Es decir, que en cinco años, habríamos tenido agua para un año más.

¿Por qué, algunos de nosotros, llenamos las piscinas con agua potable?, ¿Por qué, algunos de nosotros, las vaciamos cada año para volverlas a llenar al año siguiente?, ¿Por qué, algunos de nosotros, ponemos césped en los jardines y los regamos con agua potable?. El día que abramos el grifo y no haya agua, y puede pasar como no llueva este invierno, no quiero pensar lo que vais a decir del Alcalde. Pero va a llover.

Aún así, porque un pueblo no puede vivir ni en la incertidumbre de un ciclo de sequía prolongado, ni con un Pantano que no da más de sí, y con un pueblo que, a la Virgen de Consolación gracias, crece cada año y mucho, nos pusimos a trabajar hace un año y hoy puedo avanzaros que hemos conseguido de la Confederación Hidrográfica del Guadiana la concesión de agua para abastecernos del Pantano de La Cabezuela que, por cierto, tiene una capacidad tres veces mayor que el de Fresneda. ¿Pero no está este pantano en el termino municipal de Valdepeñas?, pues sí, está, pero como si no estuviera, porque ni teníamos concesión para usar ese agua, ni tenemos una Potabilizadora para poder beberla. Hoy ya tenemos esa concesión, ahora nos falta la Potabilizadora, que la tendremos y pronto, porque nos hace falta.

Por si lo apuntado fuera poco, a corto plazo, Valdepeñas, además de poder disponer del agua de dos pantanos, hemos conseguido que la tubería llamada de la Llanura Manchega (ya en obras), que va a trasvasar agua desde la cabecera del Tajo, llegue al Pantano de la Cabezuela, esto es, a Valdepeñas. Lo que es tanto como decir, que un pueblo de la Llanura Manchega, el nuestro, en cuatro años, dispondrá de unas reservas de agua para un ciclo de sequía de diez años. En definitiva, que como os avanzaba y os avanzo, hemos consolidado el futuro de nuestros nietos. No es mala noticia para un septiembre de 2007.

Quisiera poder tener la capacidad de persuasión suficiente, para hacerle entender a todo el mundo lo importante que es haber conseguido esto. Porque de cara a nuestro merecido futuro no hay, ni creo que haya, en toda la provincia de Ciudad Real, ninguna población que pueda ofrecerle a la Industria emergente mejores condiciones de solvencia en su inversión. No obstante, hemos de racionalizar el consumo del agua, aunque la vayamos a tener, y para eso os pido sensibilidad. La administración hará su parte, pero sin la concienciación ciudadana de cada uno de nosotros, no vamos a ninguna parte. Ni siquiera a por agua. Uno siempre puede rezar, pero no siempre llueve. Por eso, y también os lo avanzo, esta administración premiará el consumo racional del agua y gravará, si no el despilfarro, sí la desobediencia civil y la insolidaridad ciudadana.

Y hasta aquí llego, con temas políticos, que no lo son, pero para un discurso institucional, y éste lo es, creo que ya he ejercido bastante de Alcalde.

Es en este punto en el que gustoso me obligo, para saludar a nuestros invitados e invitadas:

Empezaré por el pregonero, Don Manuel Merlo García del Vello, Manolo Merlo para los amigos, que somos todos, porque Manolo es un valdepeñero aquí y en Ceuta o en la Conchinchina. Será éste de los pocos hombres que, siendo bebedor de vino, no conozca nada más que el de Valdepeñas, porque no bebe otro y si hubiera otro, no bebería. Tiene Manolo una trayectoria singular de valdepeñero señorito que gusta presumir de pobre. Fue rojo cuando merecía la pena serlo que ya ni él lo es, ni creo que queden, trascachista, progre, emigrante, padre y artista de los de andar por casa, que son los buenos. Era él un hombre y yo un adolescente y en unas Fiestas del Vino nos inventamos una bandera para Castilla-La Mancha. Atinamos en los colores, en el símbolo no. Y en aquellas fiestas tuvimos que salir por pies por culpa de la bandera. Ya ves Manolo como ha cambiado el cuento, ahora eres tú el pregonero, yo el Alcalde y a la bandera le hemos rendido honores. Te merecías estar aquí, gracias por aceptar y sobre todo por no cobrar nada más que lo que te bebas.

Saludo muy cordialmente a nuestra vendimiadora 2007. IRMA Soriano, y lo hago con descaro y gratitud porque, querida amiga, además de darte las gracias por aceptar el ofrecimiento que el Consejo Regulador te ha hecho, este nombramiento no es un regalo, es una deuda. Aquí del agua hacemos caldo, y cuando el Consejo te ofreció el nombramiento, en realidad, lo que estaba pensando es que tú, un día, o tres, que lo que abunda no es malo, se te puede escapar, así como el que no quiere la cosa, que has estado en Valdepeñas y has bebido el mejor vino de tu vida. Es que eso, dicho en tu boca, es más que un anuncio, y sale más barato. Y además dirías la verdad. Así es que, querida IRMA, aplícate el cuento, y bienvenida a Valdepeñas. Estamos contentos de que estés aquí.

Doña María de los Ángeles Delgado y Prieto, que con un nombre tan largo no me extraña que seas deportista. Le hemos dado la Medalla del Deporte “Caridad Ortega” y a fe que se lo merece. No es la primera vez que digo, y para el caso no me importa plagiarme, que un pueblo es muchas cosas, pero particularmente sólo una tiene valor, su gente. Y yo estoy seguro que María de los Ángeles cuando empezó a jugar al tenis no pensó en hacer mejor a su pueblo, posiblemente lo hizo como conquista de superación personal. Pero mira tú lo que son las cosas que, en su afán personal ha hecho que nos superemos todos. No diré aquí sus logros, me importan más sus silencios, su humildad, su andar de hormiguita, y estas palabras no son piropos adyacentes, son adjetivos de verdad. Tanto es así, que estoy seguro que son hoy muchos los valdepeñeros que se enteran que existes y que eres una gran deportista. Así es que, esta medalla que hoy te entregamos, no pienses que es un cumplido, es una manera de decirte gracias. Gracias.

Don José Antonio Caminero Luna. Lo hemos hecho Hijo Predilecto, cómo no. Cuando vi tu bibliografía le pedí a mi secretario que me hiciera un resumen, porque como me hubiera tenido que leer tu trayectoria, hubiera necesitado otro agosto completo, y el que tenía lo he dedicado a ver como bajo los impuestos. Gracias a ese resumen, ¡!que son tres folios!!, me he enterado de la gran persona que eres. Fue inevitable pensar en aquella máxima de Ortega “Yo soy yo y mis circunstancias”… Un niño que los cuatro años se pone frente a la tragedia y le dice cara a cara: “tú conmigo no vas a poder”, merece mucho más que ser hijo predilecto del pueblo que lo vio nacer, porque al igual que de hombres se hacen obispos, otros con menos han subido a los altares.

Aquí donde lo veis, valdepeñeras y valdepeñeros, José Antonio se enteró con cuatro años que la única enfermedad que no tiene remedio, es la vida. Las otras, aunque sea tuberculosis, no solamente se curan, es que además se puede aprender de ellas. Y este valdepeñero se entregó al estudio de su enfermedad y como víctima que fue de ella, de ella se ha hecho su verdugo.

Querido José Antonio, entenderás que si cuando escribía estas líneas no tuve tiempo para leer la trayectoria de tu vida, no lo haga ahora, necesitaríamos otro acto, sólo para el resumen, pero para los presentes, que fueran tan ignorantes como era yo, baste decir que eres el responsable de la Organización Mundial de la Salud, en la lucha frente a la tuberculosis, para toda América Latina y los Países Árabes.

Podría decirte muchas cosas, pero te diré sólo una, los que hoy estamos aquí, y este Alcalde, se sienten orgullosos de ser valdepeñeros porque tienen un hijo predilecto que eres tú.

Don José María Moncada Ramos. Hijo adoptivo de Valdepeñas. De usted, don José María, si que se puede decir que es un cura de sotana. Era yo un niño, pertenecía mi casa a la parroquia del Santo Cristo, y siempre lo vi detrás de Pilatos (que por cierto, la cofradía, nos lo han quitado este año. Bien es cierto que la imagen era yeso, pero qué otra cosa era Pilatos). Como quiera que yo tengo fama de moderno y de agnóstico (la dos cosas son ciertas), siempre que en nombre de Valdepeñas doy un reconocimiento a un hombre de la Iglesia me dicen que soy hipócrita y no es verdad. Es que quienes me critican ignoran que yo, como la iglesia, “predico entre herejes”, lo que no es el caso, porque yo siempre lo he visto a usted como un buen hombre, y a pesar de las distancias que nos puedan separar, usted mejor que yo sabe que “donde habitó el pecado, abundó la gracia”. Así es que, me honra que haya aceptado de las manos de un hereje un reconocimiento merecido por sus muchos años de trabajo pastoral, en éste que ya es su pueblo, si es que dejó de serlo alguna vez. Gracias.

Excmo. Sr. Gábor TOTH, embajador de la Republica Húngara en el Reino de España. Sr. Embajador confío en haber pronunciado bien su nombre, máxime cuando es usted hijo de un pueblo que habla un idioma que no se habla en ningún otro sitio del mundo. Es su país, como su lengua, un país milenario que a lo largo de su historia se ha preñado de pueblos que tienen nombre de enciclopedia: Dacia, Panonia, Transilvania… hasta llegar a Budapest. El mismo nombre de Hungría tiene para mí resonancia de Escorial. Sorprende sin embargo, que este corazón de Europa haya tardado tanto tiempo en latir en su caja torácica natural.

Quien quiera saber de la historia de Europa, que estudie primero la historia de Hungría, porque a fuerza de ser, no ha sido nunca. Bien se podría decir que aunque Hungría no nació ayer, la República Húngara  sí nació un 23 de octubre de 1989, o sea, en el tiempo de la historia, ayer. Antes de ayer fue provincia Romana, invadida por tribus germánicas, venerada por el sueño de Carlomagno, conquistadora de Moravia, Bohemia y Silesia, conquistada por los Habsburgo, autónoma del Imperio Austrohúngaro, independiente en 1918 y vuelta a ser invadida en 1919, para llegar a ser miembro del eje soviético en 1947. Hasta que en 1980 abandona el Pacto de Varsovia que le lleva en 2004 al seno de esta Europa de Babel.

Bienvenido a casa, Sr. Embajador, sin saberlo, España y Hungría, como el resto de estados europeos, han sido víctimas de una tuberculosis -que bien conoce nuestro hijo predilecto- (de la que por cierto fue víctima la mítica Sisi Emperatriz, que a más abundamiento, también era Húngara), esta Europa que ignoró durante siglos que las fronteras son ejes de la vanidad humana en la que perece la egolatría de los Imperios. Nos ha costado, pero hemos sabido llegar a estar juntos en la dote que le debemos a nuestros hijos.

Por eso lo hemos invitado, Sr. Embajador, porque de su enciclopedia a la nuestra, sólo hay que pasar la página del mismo libro, que es esta granada rota que todos llevamos en el corazón.

Al contrario que a nuestra Vendimiadora, NO lo hemos invitado para que nos venda nuestro vino en Hungría (aunque también). Lo hemos traído para descubrir que cuando yo bebo un Tokay, estoy bebiendo un vino que es mío, como es suyo el Valdepeñas cuando lo beba usted. Porque los paladares no son

fronteras, y después de una historia tan discutida, uno ha de concluir que si nuestros padres no nos engañaron, nos confundieron bastante, al ignorar que en una misma mesa Tántalo en su sed demanda por igual lo dulce y lo seco.

Así es que, cuando vaya por Hungría, Sr. Embajador, guste de decir que a ese puzzle de enciclopedia que ha sido la historia de su pueblo le falta por conquistar (esta vez para bien), una pieza de nombre Valdepeñas que gusta de ofrecer un vino bueno.

En todo caso, Sr. Embajador, gracias por estar aquí, gracias por acompañarnos, gracias por dejarnos conocerle. Gracias por volver a casa.

Y a todos los presentes, muchas gracias por atender este discurso, que quiero terminar honrando a lo que más quiero. Mi pueblo.

Valdepeñeros y valdepeñeras, ¡Viva Valdepeñas¡.

 

 

        Valdepeñas, 2 septiembre de 2007

        Jesús Martín Rodríguez-Caro

        ALCALDE-PRESIDENTE DE VALDEPEÑAS

 

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