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Discurso Oficial “LVIII Fiestas del Vino”

Señor Delegado del Gobierno del reino de España, D. Máximo Díaz Cano.

Señor Presidente de la Asociación Interprofesional de la Denominación de Origen Valdepeñas, D. Fernando Prieto.

Señor Presidente de la Federación de Empresarios de las comarcas de los Campos de Montiel y Valdepeñas, D. Luís Miguel Molina. 

Invitado de honor a estas Fiestas, amigo y reconocido, D. Luís García Montero.

Homenajeados.

Invitados presentes y ausentes que invitados estaban.

Amigas y amigos, Valdepeñeros y valdepeñeras,


Hace hoy noventa días que por deferencia de los que aquí estáis y los que estuvieron ayer, he vuelto a ser investido alcalde de esta ciudad vuestra y mía. Y quisiera tener la capacidad que tienen las palabras para herir la memoria y poder trasladaros la emoción que me embarga al volver a estar aquí, junto a todos vosotros, para saludar un año más a esta plaza y a quienes le dan vida. Pero consciente de que mis recursos son más humildes que los de Luís García Montero, ahora que está aquí presente, no le importará que, parafraseando algunos de sus versos, lo plagie para deciros que:

Ahora sé
que estos años nos han hecho solitarios
y nuestro corazón
tiene el pulso amarillo
de las maderas lentas de un tranvía.

Gracias a todos por darme tanto. Gracias por volver a creer en mí para llevar el pulso de los días de Valdepeñas, gracias por hacerme como soy.

Dicho lo dicho, y consciente de que el discurso gana en brevedad lo que pierde en extensión, me atendré al guión y temo no ser muy elocuente en esta apertura de las LVIII Fiestas del Vino, que a partir del año que viene, si así lo tiene a bien el pleno de la Corporación y a instancia de los agricultores, pasaran a llamarse “Fiestas del Vino y la Vendimia”, pero ¿qué más podría deciros un alcalde que acaba de ser investido, si ni siquiera puede hablar mal de su predecesor?

Puedo deciros que en los últimos años, Valdepeñas ha transformado su imagen y su demografía, hoy somos seis mil ciudadanos más de los que éramos ayer, tenemos una mayor oferta de suelo industrial, vivimos en una ciudad con más y mejores dotaciones en servicios sociales y sanitarios. Nuestros hijos tienen más y mejores espacios públicos, mejores colegios, más instalaciones deportivas, y urbanísticamente hemos conjurado la maldición de las tormentas, con infraestructuras que a su vez nos han abierto grandes viales, como la calle Ciudad Real o la salida del antiguo camino de la Membrilla. Hoy tenemos también expedito el paso de las vías del tren y hemos dejado de tener como referencia la Avenida de las Tinajas, para incorporarnos a la autovía A-IV con nuevas entradas y salidas, unas ya ejecutadas y otras en obras.

Hemos consolidado nuestro suministro de agua potable -que no poca sed e incertidumbre nos ha hecho pasar-. Somos una ciudad de referencia en infraestructuras medioambientales y en el tratamiento de aguas residuales, en la que hemos contado con el compromiso la inversión y la solidaridad de las grandes empresas de la localidad, así como en la eliminación y recuperación de las escombreras.

Servimos de referencia como ciudad digital en la prestación y gestión de los servicios administrativos y la puesta en marcha de banda ancha con red Wifi y Wimax a precio público. No pocos responsables de otras ciudades nos están visitando y poniendo de ejemplo, en el ahorro energético con la sustitución de todo nuestro alumbrado público, eliminando las antiguas lámparas por la tecnología Leds. El barrio del lucero es el primero que se estrena en alumbrarse hogaño.

Este domingo abrimos y recuperamos para el patrimonio público y la cultura, un edificio emblemático como el antiguo Casino de la Confianza, al que se sumará en los próximos años la recuperación de la casa de la antigua comisaría de la Policía Nacional como un centro generador de servicios y empleo.

Pero como nuevo alcalde que soy, no me extenderme en poner en valor logros ya reconocidos. Si he querido dar estos apuntes, es para recordar que la mayoría de los fracasos vienen por querer adelantar los triunfos, y soy plenamente consciente, como lo somos todos, de la realidad que nos preside.

Consciente como soy de que más del ochenta por ciento de la mano de obra desempleada en Valdepeñas no supera la primera etapa de secundaria. Nos obligamos a dotar de conocimiento y formación a estos ciudadanos como ejercicio prioritario. Por eso aprovecharemos los fondos del proyecto europeo URBAN e invertiremos en los recursos que nos ofrece el Centro de Innovación, Empresas y Empleo en este fin, que necesariamente ha de pasar por el compromiso del Gobierno Regional y sus políticas de empleo. Somos los ayuntamientos los que con más incertidumbre sufrimos la realidad del paro a pesar de ser las únicas administraciones que no tenemos competencias ni recursos para mitigarlo.

En no pocas ocasiones, se nos acusa a los políticos de no decir la verdad, pero lo cierto es que cuando la verdad decimos solemos salir trasquilados, porque la verdad en política y en otras tantas circunstancias se hace cómplice de la manipulación interesada. Pero no soy yo de los de ir tirando y haber que pasa, sin ver lo que delante tengo. Y tengo delante la información que ha dado estos días la Presidenta de nuestro Gobierno Regional anunciando una política de recortes (que desde aquí no juzgo), pero que obligará a todos los ayuntamientos, y a este también, a la eliminación de servicios que financiados ayer por el Junta de Comunidades, eran prestados por los ayuntamientos y mañana no podrán hacerlo.

No me pongo la venda antes de recibir el cantazo (que dicho sea de paso, ya nos lo han dado), pero digo con toda claridad, que aquí cada palo tiene que aguantar su vela y si el Gobierno Regional retira las subvenciones de los programas, sean estos lo que fueren, nos obligan a los ayuntamientos a retirar los servicios que, siendo competencias de la Junta, fiduciariamente prestábamos.

Por la parte de la responsabilidad que a mi gobierno compete, sí anuncio que en los próximos ejercicios presupuestarios hemos de hacer sacrificios, que no necesariamente pasan por renunciar a lo conseguido, sino por saber distinguir el valor del precio, lo contrario sería de necios. Y desde luego, en esos sacrificios no figurará ninguno que afecten a servicios y derechos del estado del bienestar, que tanto nos ha constado conseguir, y que sean competencia del ayuntamiento. No obstante, en ese ejercicio de responsabilidad, el gobierno municipal necesita la complicidad de todos.

Por eso, desde aquí hago un llamamiento a los sectores empresariales y sociales, a las fuerzas políticas, a los sindicatos y al conjunto de la sociedad para que juntos nos imbriquemos, desde nuestras respectivas responsabilidades, en el objetivo de saber lo que hemos de hacer para superar juntos la incertidumbre en la que la realidad nos ha situado. El gobierno ya está trabajando con los sectores empresariales, a los que agradezco su compromiso en buscar alternativas y futuro a nuestro mercado.

Es este un discurso para la fiesta y no me extenderé más en lo que por sabido todos hemos de asumir.

Quienes sí saben lo que es levantarse de la adversidad, construir un futuro y no dar un paso atrás, son todos y todas aquellas valdepeñeras y valdepeñeros que renunciando en no pocas ocasiones a sus personas, nos han hecho como somos, y a fe que nos han sacado bien. Cuando veo la sonrisa de un niño sé que en ese dibujo está el futuro, pero cuando me sirvo de la memoria me pregunto qué sería de todos nosotros de no haber tenido madres que tejían y destejían, como Penélopes en el telar de sus casas, el jersey del hijo mayor para que pudiera estrenarlo el pequeño. O de padres, hombres a los que la madrugada sorprendía con manos encallecidas, y la noche los recogía

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedazando un pan reñido.

Y como devolverles tanto… no podemos, pero sirva esta MEDALLA DE ORO DE LA CIUDAD DE VALDEPEÑAS, que ellos hicieron y que hoy les entregamos, como un gesto de gratitud a todos nuestros mayores, los que los son hoy, los que lo fueron ayer y los que serán mañana.

Hijos que no pueden ser predilectos, porque con ese título nacieron, pero hoy los hacemos ADOPTIVOS, es a la familla Coronado. Los servicios de documentación del Ayuntamiento me hicieron llegar un dossier de quiénes eran para que yo pudiera elaborar este discurso. No lo he abierto. Sé quién es la familia Coronado, me han visto en pantalón corto todos las tardes de mi infancia, a las tres de la tarde, con un saco vacío de harina por bolsa, ir a recoger a su panadería del Convento el pan que a mi padre le faltaba en la tienda de la calle la Mesta. Más tarde, en mi adolescencia, yo vi esa panadería anegada por las aguas de la trágica riada del setenta y nueve y vi a esta familia con los ojos inundados de asombro por la herida. No lo supe entonces, pero me lo han contado ellos recientemente, que al día siguiente de aquel fatídico uno de julio, hicieron pan porque contaron con la solidaridad de los otros panaderos, que se lo amasaron para que el niño que en pantalón corto volvió a las tres de la tarde del día siguiente, pudiera llevarse el pan que le faltaba a su padre en la tienda. Salir de aquellos lodos y elaborar el pan de la solidaridad es algo que hemos aprendido de vosotros, por eso hoy es un honor reconoceros como HIJOS ADOPTIVOS DE LA CIUDAD DE VALDEPEÑAS, vuestro pueblo.

MEDALLA DE LAS LETRAS “JUAN ALCAIDE” 2011, al Grupo Artístico Literario “El Trascacho” (tampoco tuve que abrir el dossier), El Trascacho, referente cultural de Valdepeñas y de una España perseguida de hace cincuenta años, tiene un nombre propio: Andrés Cejudo López, y muchas almas y muchos versos y muchos tragos de vino y algunos guardias civiles de cuando tenían, “por eso no lloraban / de plomo las calaveras”. Pero tiene El Trascacho, sobre todo, “esa inquietud que guardan los que acaban de amarse” por decirlo en versos del poeta que hoy nos acompaña. En verdad, no entregaré en mi vida una distinción con la que me identifique tanto, porque una parte, nada desdeñable de mi, se la debo al Trascacho y a quien hace cincuenta años lo hizo posible. Valdepeñas le debe al Grupo Artístico Literario Trascacho ese pulmón de amor y libertad que necesitan los pueblos que sueñan, y somos muchos los que nos hemos despertado en ese sueño que nos hizo libres. Por eso hoy, al reconocer la trayectoria de tantas y tantos que lo hicieron posible nos hacemos mejores.

MEDALLA AL MERITO ARTESANAL, a D. Luis Vázquez González y a Doña Consolación Pintado Hervás. Queridos amigos, son los oficios y quienes los hacen posibles los que forjan la historia de los pueblos. Cuarenta y siete años vendiendo berenjenas y teniendo por caja registradora el bolsillo de un mandil -ayer de hierbas y después blanco- son muchos años doña Consolación. En realidad, no tendríamos que haberle dado esta medalla, tendríamos que haberle puesto un sueldo vitalicio, porque la esquina de esta plaza ha perdido parte de su patrimonio -que no la memoria de la que dice usted haber perdido un poco- y ya no recogerá el paso lento del turista que se paraba frente a sus orzas, ni la curiosidad del niño que se asomaba al olor del vinagre y el hinojo que aseteaba esa pequeña bóveda carnosa que es la berenjena. Pero muchas gracias por los años que nos ha regalado, y los tragos de la bota, que con vino de esta tierra nos limpiaba el diente.

D. Luís Vázquez González, llegó a Valdepeñas en 1967, encontró un maestro: César, aprendió un oficio y regentó la cuchillería de la calle Real que fundada en 1948 se ubicó en 1950 (para estos datos obvio confesar que sí he utilizado el dossier), para hablar de don Luís no lo he necesitado, era él quien afilaba la tijeras de podar de mi padre y el que después afiló los cuchillos de mi cocina que aún cortan, y gracias a él, no pocos comemos las gachas en sopón de oreja de burro, gracias a una navaja artesanal con cacha de nácar que me regalo cuando se jubiló. Pero no estoy hablando de mí, estoy hablando de todos los valdepeñeros y valdepeñeras que saben que D. Luís Vázquez González, es ante todo, en el buen sentido de la palabra, un hombre bueno que ha hecho de su oficio una virtud y de su negocio un trozo de nuestra historia. Gracias.

Termino con el temor de haberme extendido en exceso, pero necesito un paréntesis para reconocer aquí en la persona de don Arturo San Román, al amigo que encontré en el micrófono de una radio llamada “Sol” y que hizo de Valdepeñas una referencia radiofónica en los jóvenes tiempos en los que crecer era compartir territorio de noticias y libertades. Felicito a Feceval por el acierto en reconocerle que haya llevado el nombre de Valdepeñas allí donde ha estado su persona.

A todos ustedes, muchas gracias por la deferencia que me han dispensado en la atención que han prestado a mis palabras, y permítanme que levante la copa de mi palabra para dirigirme al mundo y decirle que Valdepeñas brinda alegrías. Bienvenidos a ella.

A todos, ¡¡Felices Fiestas del Vino!! y muchas gracias.

 

Jesús Martín Rodríguez

Valdepeñas, dos de septiembre de dos mil once.

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