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Fiestas del Vino 2003. 50 Fiestas del Vino año 2003

Pregón realizado por Alejandro Alonso Núñez coincidiendo con las Fiestas del Vino 2003

Señor Alcalde,  concejales, señor embajador del Reino Unido, Stefen Wright, D. Nemesio Lara,  Presidente de la Diputación, familia de D. Cecilio Muñoz, Hijo Predilecto de Valdepeñas, (Nombrar al resto de personas distinguidas),  Dª Ana Rodríguez Mosquera nuestra vendimiadora del año, Sr. Presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Valdepeñas, paisanos, amigos y amigas.

El flamante y  recién elegido alcalde de Valdepeñas, Jesús Martín, buen amigo mío desde hace años, me trasladó el encargo de la corporación municipal de ser este año el pregonero de las Fiestas del Vino de Valdepeñas. Es un honor para un valdepeñero, como yo, hacerlo en este año que se cumple el 50º aniversario de estas fiestas, que tienen la declaración de Fiestas de Interés Nacional.

Que se pregone en el acto de inauguración de las Fiestas del vino de Valdepeñas es  una tradición que cuenta como vemos medio siglo. Me consta que los pregoneros que, en años anteriores, me han precedido en la palabra han puesto auténticas notas de calidad, ingenio y brillantez a sus discursos.

Yo modestamente voy a intentar hacerlo lo mejor posible, pero sé que en amenidad no voy a superar el pregón del año pasado del ilustre escritor sevillano y fervoroso aficionado al vino de Valdepeñas, D. Antonio Garmendia.  Fue espléndido.

Quiero transmitiros este pregón del año 2003 con mucha cercanía, con alguna chispa de emoción y sobre todo con el cariño que profeso a mi ciudad natal, un pregón que calificaría de intimista y en el que deseo transmitiros mi sentimiento de pertenencia a Valdepeñas.

Antes de que comience mi pregón me vas a permitir señor Alcalde que como concejal de Toledo,  capital de Castilla la Mancha, en donde resido desde hace más de veinte años y en nombre de los vecinos de la ciudad de las tres culturas   os transmita un caluroso y cordial saludo.

Comenzamos hoy unas fiestas que son un referente de nuestra cultura vitivinícola. Estas deben ser unas fiestas que dediquemos a los que diariamente se esfuerzan en mantener vivo y pujante este sector. Si no fuera por esa gente anónima que trabaja todo el año cuidando las viñas,  y los que trabajan en las bodegas ni habría vino ni habría Valdepeñas.

Nuestros viticultores y sus viñas son las madres del vino, que cuidan, vigilan y ayudan a la uva a estar sana y vigorosa. Los bodegueros de Valdepeñas son maestros en iniciar el gran ciclo de la vida del vino: la fermentación del cuerpo orgánico del zumo de la uva por obra de cierta fecundante levadura.

Hasta donde alcanza mi conocimiento, la historia del vino en Valdepeñas coincide con la historia de nuestra ciudad. La vid y Valdepeñas han convivido inseparablemente, intercambiándose sin cesar sus respectivas virtudes en una especie de estimulante pacto de ayuda.

Venimos y estamos aquí para honrar al vino, en este caso al vino de Valdepeñas y proclamar a los cuatro vientos que el vino es un alimento que consumido con moderación es beneficioso para la salud. Así  ha sido toda la vida. Cervantes presentaba al vino como algo curativo, que formaba parte junto al romero y al aceite de oliva, del “bálsamo de Fierabrás” para recuperar la salud.

A veces se ha sostenido la peregrina idea de que el vino basa su preponderante razón de ser en su fuerza alcohólica. Nada más erróneo y más alejado de la realidad. Una cosa es un mosto que transformó, durante su natural cochura, la glucosa en el alcohol que le era propio, y otra muy distinta un aguardiente, obtenido – como se sabe – por destilación de líquidos y que puede llegar en este sentido a una riqueza legal de hasta 75º. No se puede comparar la bondad del vino con semejantes índices alcohólicos.

Las virtudes del consumo de vino con moderación se han divulgado desde la Edad Media. Traigo  a colación a AlbuKasís, médico árabe famoso, nacido en la culta y fastuosa Córdoba del siglo XI, que promovió el uso medicinal del vino a espaldas de las restricciones promulgadas por el Corán. Este Albukasís era persona de buen sentido.

Desde un punto de vista etimológico, también es suficientemente expresivo a este respecto el hecho de que la palabra “vino” derive del latín “vinum” que significa vigor, fuerza. A pesar de que el origen de la palabra es discutible – algunos filólogos se inclinan por la raíz semítica -, lo del vigor es cierto.

Recientemente he leído que en Dinamarca ha disminuido un 30% la mortalidad por enfermedades coronarias desde que este país ingresó en la Unión Europea, al tiempo que el consumo de vino entre los daneses se ha incrementado un 70% con motivo de la adhesión.

A la “Salud por el vino” que decía Michael de Motignac. Con mesura y disfrutando de un alimento que, a veces, hay quien no entiende. No se puede beber de un trago, como hacen algunos bárbaros del norte de Europa, que confunden la ansiedad con la energía y que llaman beber a ese modo de tragar el vino, muy del gusto, por cierto de Sancho Panza que solía empinar la bota “mirando las estrellas un cuarto de hora”.

Soy de Valdepeñas y a mucha honra. Aquí nací hace 52 años. He venido muchas veces  a estas fiestas del vino. En varias ocasiones  he intervenido desde esta tribuna pero nunca he sentido la emoción que hoy siento haciéndome Hijo Predilecto. Me hacéis muy feliz. Este será un día inolvidable para mí. Me hubiera gustado compartir este momento con mi padre Alejandro Alonso, Director de la Granja durante 12 años, hoy ya fallecido y con mi hermano mayor Manolo, que fue mi padrino, también ya fallecido. Me acompaña mi madre Leonor, Leo para los amigos, que tiene 91 años y mis hermanos Pilar, Carlos y Mamen. También mi mujer Nieves y mis dos hijas, Teresa y Elena.

Comparto el orgullo de todos los que hemos nacido aquí, de los que aquí  nos hemos criado, de los que aquí vivís, porque aquí se ha conformado nuestra forma de ser.

Yo gocé de mi infancia en Valdepeñas. Tuve la buena suerte de nacer aquí. En esta Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción me bautizaron y por mi cabeza fluyen muchos recuerdos que me hacen ver el valor del tiempo que no es sino el espacio que hay entre nuestros sentimientos.

Valdepeñas es una ciudad de contrastes, que quizás por su localización en una encrucijada de caminos, entre Andalucía y Madrid, la capital de la corte, ha sabido históricamente forjar un carácter especial de valdepeñero. Hemos recibido improntas culturales de distintas civilizaciones, desde los iberos, los romanos, los visigodos, los árabes y los cristianos. Yo diría que en cada valdepeñero y valdepeñera nace la humanidad.

Somos los valdepeñeros y las valdepeñeras gentes inquietas, que buscamos nuevos horizontes, que no  nos conformamos con el pasado, que siempre buscamos un futuro mejor.

A los que somos de Valdepeñas nos enorgullece la historia y el presente de Valdepeñas, llevamos a gala  ser paisanos de ilustres figuras de las artes, de la literatura, de la música, de la tecnología. Por ello lo primero que quiero hacer es pediros que sigáis siempre siendo cultivadores permanentes del Espíritu, del Progreso y de la Paz. Somos una ciudad con sabiduría que no se ha quedado inmóvil. Valdepeñas es rica, limpia, alegre, agraciada y luminosa.

Valdepeñas ocupa en España y en el mundo un lugar privilegiado, pero su posición nadie se la ha regalado. Si Valdepeñas es y ha sido la capitalidad de todos estos territorios que nos circundan y que en tiempos fueron propiedad de las distintas órdenes militares es por su tesón y porque siempre mantuvo una pugna por el liderazgo territorial, como dijo Quevedo “del mérito propio sale el resplandor y no de la tinta del adulador”.

Ningún otro pueblo de esta región puede presumir como nosotros de tan larga lista de personajes de la historia, de las artes y de las letras. Me apetece recordar algunos de los más famosos de la historia reciente.

¿Cómo no recordar en primer lugar a Gregorio Prieto?, para mi uno de los mejores pintores españoles contemporáneos. Tuve la suerte de asistir al acto de homenaje que le rindieron los reyes de España. Siempre me impresionó su humanidad, su bondad y su generosidad con el pueblo que le vio nacer. Podemos estar orgullosos de su obra y de que una gran parte de ella se encuentre en el Museo que lleva su nombre.

Cuando se habla de teatro español surge siempre el nombre de Paco Nieva uno de los mejores dramaturgos españoles y quizás el autor que provocó la mayor renovación en el teatro español de posguerra. Él, siempre hace honor de su origen valdepeñero.

También quiero sentirme paisano de Lorenzo Luzuriaga, por su labor para acabar con el analfabetismo en España. En su obra es impresionante y digna de reconocimiento su pasión por incrementar los niveles educativos de la población, por mejorar los sistemas de enseñanza, la modernización de la escuela pública, que plasmó en una de sus mejores publicaciones “La Nueva Escuela Pública” en las que recoge sus ideas sobre la política pedagógica de su tiempo.

También ha dado Valdepeñas personajes conocidos por otros menesteres, como Chaleco, Francisco Abad, y Juana “La Galana”, guerrilleros españoles que destacaron en la guerra de la Independencia. Ambos defendieron Valdepeñas de la entrada de las tropas francesas, aquel 6 de Junio de 1.808, impidiendo la llegada de las tropas napoleónicas. Por eso, nuestro escudo luce el lema de “Muy heroica ciudad”. Chaleco, luego, conspiró a favor de la Constitución de 1.812. Se le procesó por comunero, masón y liberal, finalmente fue ahorcado y decapitado en Granada en 1.827.

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Los pregoneros antes, vociferaban por las calles anunciando cosas que vender. Yo no tengo nada que venderos por lo que voy a intentar recordar algunas imágenes que pasan por mi mente y que van desde el año 1.951  al 1.957, que son los años en los que yo viví en Valdepeñas.

He querido darle a esta parte del pregón la forma de un modesto relato autobiográfico con algunas vivencias, algunos recuerdos y mucha nostalgia que, desde luego, no me hacen perder sensibilidad en el corazón.

La infancia de este que os habla transcurrió con los sobresaltos propios de la época. Pertenezco a una familia numerosa. Vivimos en lo que hoy es la Avenida del vino. Mi padre era el Director de la Granja, después se llamó Estación Pecuaria y ahora CERSYRA, un centro pionero entonces dedicado a enseñar las nuevas técnicas de la producción agrícola y ganadera. Mi padre vino destinado a Valdepeñas desde Valladolid, antes había estado en Tomelloso y en Ciudad Real en donde nacieron mis tres hermanos mayores. Mi hermana Mamen también nació aquí en Valdepeñas.

Valdepeñas era  un lugar bueno para vivir, donde se conocía todo el mundo y donde la actividad agrícola y ganadera impregnaba toda la vida cotidiana de todos nosotros.

Mi madre es farmacéutica y aquí tuvo su farmacia, la  “farmacia del convento”. Recuerdo a Alfonso, que era la persona que estaba permanentemente en la farmacia, que era un magnífico profesional  y en él mi madre tenía puesto toda su confianza.

Según mis padres, que vivieron aquí 12 años, estos fueron los años más felices de su vida. Vivíamos en la propia granja, en la Avenida del Vino, entonces por allí casi no había casas, solo cepas, alguna alberca y alguna quintería.

Mis padres tenían una buena peña de amigos. Recuerdo a D. Cecilio Muñoz Fillol , que además de veterinario era profesor de idiomas en el instituto. Qué casualidad que hoy se nos designe hijos predilectos a los dos. También recuerdo a D. Ernesto Huertas, D. Jesús Gómez, D. Mauro Martín, D. Ramón Mejías y D. Jesús Romero. Se reunían todos los sábados en casa de alguno de ellos y allí tenían sus charlas y pasaban sus buenos ratos. Desgraciadamente creo que ya no viven ninguno de ellos. Creo que nos educaron en libertad, sin consignas y por eso de todos los hijos unos han salido de derechas y otros de izquierdas. ¿Qué es una familia sino el más admirable de los gobiernos?

Me contaba mi padre que durante esos años se consiguió que todos los obreros de la granja pudieran tener asistencia sanitaria. Fue entonces una conquista social y realmente lo era, puesto que cuando llegó mi padre a la granja los trabajadores cuando enfermaban realmente lo pasaban mal por la enfermedad y por el coste económico que tenían que soportar para ser atendidos.

Valdepeñas tenía entonces un nivel cultural, social, laboral muy superior a los pueblos del entorno. La exposición de pintura que anualmente se celebraba en el casino, durante la feria ya era un referente de calidad en toda España.

Yo vine al mundo con muchas dificultades. Fue un 20 de agosto, un día con mucho calor. Para mí y para mi madre el parto fue complicado. Era el quinto parto de mi madre y aunque dicen que no hay quinto malo, pesé al nacer más de 4 kilos y mi madre que es menudita las pasó canutas. Solo la pericia y el buen hacer de D. Maxi ( D. Maximiliano Santos) hizo que hoy estemos los dos aquí para contarlo.

En la granja aprendí a andar, a jugar con los chavales de mi edad que eran hijos de los trabajadores de la granja y que algunos de ellos también vivían allí. Recuerdo a Longinos y a Francisco que eran capataces, también a Justo y a  Bernardino que eran pastores, aunque realmente hacían de todo, a Justo lo veía con frecuencia en la oficina.

La huerta de la granja era espléndida y surtía de productos a todos los empleados. La cultivaba con esmero el Sr. Jiménez.

En la granja entonces se hacían todo tipo de experiencias, se montó una quesería artesanal para enseñar las técnicas de elaboración e investigar sobre el queso manchego, labor que nunca se abandonó y es por ello que hoy, aquí está localizada la sede de la Denominación de Origen del  “Mejor queso del mundo”. La granja entonces fue también un centro pionero en toda España puesto que aquí se instaló un rebaño de ovejas de raza Karacul que es la que produce unas excelentes pieles que se denominan astracán. Aquellas ovejas negras de amplia cola y nada parecidas a las autóctonas causaban la admiración y sorpresa entre los  pastores locales. El rebaño se estableció en La Nava una finca que se adquirió entonces para esta finalidad y que sigue siendo propiedad de la Administración.

Como vivíamos en la granja, de alguna manera participábamos de las tareas del campo, ordeñando, trillando, acompañando a los pastores cuando salían con el ganado, etc. Seguramente por ello todos mis hermanos y yo hemos tenido siempre una vocación rural y un cariño especial por el campo y la agricultura.

La granja era entonces un sitio muy concurrido, había mucha actividad y  siempre mucha gente por allí, yo la recuerdo como un Parque Temático, dedicado en este caso al campo. Siempre había novedades, una nueva incubadora o nuevas razas de gallinas que ponían no se cuantos huevos, perros de pura raza para acompañar los rebaños (mastines, podencos, perdigueros, etc.), vacas lecheras, caballerías, conejos y un largo etcétera.

Las épocas de vendimia también  me traen muchos y buenos recuerdos. El olor de las uvas exprimidas que perfumaba todo el pueblo, el rosario de carros tirados por caballerías cargados de uvas circulando por lo que hoy es  la Avenida del vino. Les pedíamos racimos de uvas y también recuerdo volver desde las bodegas a la granja subidos en los remolques del orujo que se adquiría para alimentar a las ovejas.

Mis comienzos en la escuela fueron en el Colegio de las Salesianas en donde aprendí a leer y a escribir. Mis primeras letras me las enseñó una monja de la lamentablemente  no me acuerdo de su nombre. Mis hermanas recuerdan  con gran cariño a Sor Mercedes y a Sor Rosario que además de dedicarse a la docencia, cantaban excepcionalmente.

En mi casa nos ayudaban Antonia y Josefina a las que recuerdo con mucho cariño y que afortunadamente viven aquí en Valdepeñas

Recuerdo que veníamos diariamente al colegio en un coche de caballos, tirado por un percherón. En el coche subíamos mis hermanos y el resto de los chicos de la granja. Nuestra ilusión era que Deogracias, que también trabajaba en la granja,  nos dejara ir en el pescante y dirigir el coche. Un día pudo ocurrir una desgracia. Mi hermano Carlos, 4 años mayor que yo, aprovechando que Deogracias  se había bajado del coche a hacer una gestión no se le ocurrió otra cosa que subirse al pescante y poner en marcha el coche. El caballo comenzó a trotar la calle abajo y a poco somos capaces de pararlo. No ocurrió nada, más que una bronca familiar impresionante.

Fuimos, por tanto, pioneros en transporte escolar, tanto es así, que en el pueblo se popularizó el dicho “estás más visto que el coche de la granja”.

Aquí en Valdepeñas aprendí a nadar, en la alberca que había para almacenar el agua para el riego, con tan solo 3 años, una proeza para entonces. Había mucha afición a la natación y ya entonces mi hermano Manolo y varios de sus compañeros participaban en los campeonatos nacionales. La verdad es que no se donde nadarían porque creo que piscinas de competición no debía haber ninguna, seguramente en alguna charca del Jabalón y en las albercas para riego.

Es una pena que en 1.957 nos marcháramos de Valdepeñas. La razón, como casi siempre la economía. Como os he dicho éramos cinco hermanos y mi padre buscó un destino mejor remunerado y más cerca de Madrid, donde finalmente terminamos y donde pudimos estudiar en la Universidad.

El chico de esta historia después de varios años de trabajar por distintos lugares de España, recaló en 1.983 de nuevo en Castilla la Mancha y aquí he tenido la oportunidad de trabajar por mi región. He tenido la inmensa suerte de formar parte del equipo de personas que han dirigido los destinos regionales. El Presidente Bono me ha encomendado distintas responsabilidades en el Gobierno de Castilla la Mancha, pero os puedo confesar que donde me he sentido más a gusto ha sido en la última etapa en la que he sido Consejero de Agricultura y de Medio Ambiente.

Me siento feliz y orgulloso de haber trabajado con el sector vitivinícola, creo que conozco a cientos, miles, de viticultores y bodegueros y de todos ellos he aprendido que amar la tierra, cultivarla con esmero, obtener el fruto mejor es algo por lo que merece la pena luchar. Como dice el prólogo del libro de la D. O. Valdepeñas los valdepeñeros sabemos más de vino que de nuestra propia historia.

No quiero terminar sin expresaros de nuevo mi sincero agradecimiento por haberme designado hijo predilecto, no sé si soy merecedor de ello pero sí os digo que llevaré el título con orgullo. El agradecimiento es la memoria del corazón.

Paisanos, paisanas. Gracias por vuestra atención. Viva Valdepeñas. Vivan las fiestas del vino.

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