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Fiestas del Vino 2013. 60 Fiestas del Vino año 2013

Brindis Poético a cargo de Dª Francisca Aguirre, PremIo Nacional de Poesía 2011

El don de la alegría.

Mis queridos amigos: Como muy bien sabéis, nos ha tocado vivir tiempos difíciles. Tan difíciles que a todos nos resulta incómodo celebrar las alegrías en un mundo en el que lo que prevalece es la tristeza. En vista de ello me he planteado la necesidad de empezar esta charla con una pequeña reflexión. Dado el caos que nos cerca sería bueno que para que la desdicha no nos destruya hagamos cuenta de todo aquello que la vida nos ha regalado y también de todo lo que nosotros hemos ido construyendo a favor de esa vida.

Como no quiero que esto se convierta en ningún tipo de sermón me voy a limitar a enumerar para ustedes algunos hechos que, desde mi punto de vista, aumentan las citadas dádivas. Porque, visto el panorama, sospecho que andamos todos necesitados de confirmaciones, apoyos, energías en lo que venimos entendiendo como tarea del vivir.

Y dentro de lo que denominamos tarea, esfuerzo, apoyo a eso que llamamos vida, o mejor dicho: vida cotidiana, el conocido día a día, nos encontramos con toda una serie de tareas, esfuerzos, pequeñas luchas, tristes fracasos. Verán ustedes, el trabajo de lo que llamamos vivir es más bien una expresión difusa; la tarea es tan grande que resulta muy difícil pormenorizarla. Sin embargo, como decía mi querido maestro Luis Rosales, la vividura es algo que nos afecta a todos de una forma u otra. El vivir así en términos generalizados, es algo que nos consume a todos, si bien de muy distintas formas. Y ahí es adónde yo quería ir a parar. Valdepeñas es una población esforzada, es decir, sus gentes viven de su esfuerzo, de su trabajo, y dentro de esa labor, para constreñirme a la razón por la que estamos aquí, ese trabajo, ese esfuerzo ha trascendido a los límites de la región y es de todos conocido como un referente magnífico del vino. Para entendernos, cuando la gente oye “Valdepeñas”, en lo primero que piensa es en su vino.

Decía todo esto porque nada en esta vida se consigue gratuitamente. Valdepeñas no es la excepción. Aunque pocas veces se piensa en la dedicación y el trabajo que ello supone. Pero verán ustedes, yo tengo por delante hacer una celebración. Y antes de llegar a ella quiero explicarles a ustedes algo.

El esfuerzo, la dedicación, lo diario, gasta. Hay esfuerzos, como el de los mineros, que al final dejan a los trabajadores desgastados por el uso. Y hay oficios, en los que al final los trabajadores quedan bastante menos cansados y mucho más alegres. No quiere esto decir que la vida castigue a unos y absuelva a otros, sino que la vida, que suele ser inmisericorde, a unos los castiga sin darles nada a cambio. A otros, sin evitarles el dolor, les concede el don de la pausa. Todo esto me lleva a tratar de explicarles por qué estamos aquí. Estamos aquí porque la vida es lanto y celebración. Es trabajo, esfuerzo y fiesta. Y que quiero decir con esto. Pues algo sumamente sencillo: el dolor, la tristeza, nos suele alcanzar a todos. Pero, de vez en cuando, la vida se distrae y nos regala lo inesperado: una alegría. Nace un hijo, se casa un amigo, es el cumpleaños de la abuela. Y entonces echamos mano de ese líquido que conocemos con el nombre de vino y la alegría, la comunicación, crecen como la espuma. Y caemos en la cuenta de lo que debemos a los trabajadores, hombres y mujeres que se dedican a cuidar y a hacer posible ese milagro que llamamos vino. Pero no sólo entonces, eso sería muy fácil. Cuando el dolor nos golpea, cuando el corazón llora y la pena nos ahoga siempre aparece una mano amiga con un vasito de vino para que respiremos un poquito más despacio, para que volvamos al sosiego.

Valdepeñas, su gente, sus calles, todo respira a la vieja historia del trabajo gustoso, y pocos trabajos como el que se hace en Valdepeñas. Aquí se respira el olor del buen mostro, se respira un airecillo de comunicación. Todo el mundo sabe que las penas con pan son menos. Pues con el vino pasa lo mismo, las penas son menos y las alegrías son más. Da gusto poder decirlo, da gusto pensar en las viñas. Porque el vino como todo lo que viene de muy lejos y permanece no es gratuito. Es el resultado de largos años de dedicación y esfuerzo. Pero también es una especie de pequeño milagro, de filtro mágico que sirve para ayudarnos en los malos momentos y para ayudarnos también en los felices momentos.

Todos seríamos un poquito peores sin vuestro vino, sin ese magnífico Valdepeñas que tantas veces nos ha alegrado la vida.

Queridos amigos, que yo esté ante vosotros tiene poco mérito, siempre he sido muy consciente de aquellos versos maravillosos del gran poeta Rubén Darío: “Aquí junto al mar latino / digo la verdad / siento en roca, aceite y vino / yo mi antigüedad”.

En mi caso, además de estar completamente de acuerdo con Rubén Darío, no hago otra cosa que hacer verdad el lema de mi lugar de nacimiento: Alicante, que dice así: “Soy alicantina, borracha y fina”. Pues eso: os quiero a todos. Gracias.

Francisca Aguirre

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